Negandonos a nosotros mismos.
Devocional diario.
"Negandonos a nosotros mismos"
Lucas 14: 26-33
Hebreos. 12:2
No pasa un día sin que halle algo que tenga que negar de mí mismo. Ciertamente nuestra mayor lucha es contra nosotros mismos.
Tres son nuestros grandes enemigos, (el diablo; el mundo y su sistema; y nuestro propio Yo.) pero el más peligroso, el más letal, es nuestra vieja naturaleza, somos nosotros mismos, nuestro Yo.
Jesús tuvo que decirlo: Si alguno viene a mi, y no aborrece, no renuncia, a todo lo que posee,( Padre, Madre, hijos, nietos, y aún su propia vida) no es digno de mí.
Somos tan egocéntricos, que todo lo que hacemos y por lo que nos movemos, está centrado en nosotros mismos y nuestra familia. Creemos que de esta manera estamos amandolos, y aún creemos que estamos haciendo la voluntad de Dios. Pero estamos equivocados. Nuestro amor, si no está centrado en amar a Dios, primero y por sobre todos y todas las cosas, es un amor errado, falso, egocéntrico.
Aún las motivaciones y valores que rigen nuestra vida, si Dios no ocupa, verdaderamente el primer lugar en nosotros, y es la razón de nuestros valores y motivaciones, estamos errados.( Aún cuando ello signifique servir a Dios)
El único que nos puede hacer ver, lo que no vemos, es nuestro amado Paracléto, nuestro Ayudador, el Consolador Divino, nuestro Precioso Espíritu Santo. Él es el único que puede cuestionar nuestras conciencias y hacernos ver lo que está mal en nosotros.
Él lo hará, si estamos dispuestos a morir, a cargar nuestra cruz y seguir al maestro. Él lo hará, guiara nuestras vidas, por un camino de renuncia, de negación a nosotros mismos. Y cuando ello empieza a suceder, mientras menos hay de nosotros, más abra de su amor en nosotros.
De nosotros depende.
Cada día tengo algo que morir, cada día tengo algo que renunciar, y cada que lo hago, le estoy dando su lugar a mi Señor.
Puesto mis ojos, en el autor y consumidor de nuestra fe, quién por el gozo puesto delante de él, sufrió la cruz, menospreciado el oprobio.
Así mismo estamos llamados a imitar al maestro, aprendiendo de Él, avanzaremos guiados y conducidos por su Santo Espíritu, hasta que reflejemos su imagen misma.
Amén.
Ps. RodolfoGalvez.
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